Testimonios
A continuación encontrarás algunos testimonios de Sanación
Beatriz había recurrido a varios ginecólogos y se había sometido a varios estudios que demostraron que ella no tenía problema alguno para concebir.
Durante el proceso de la terapia, buscamos el bloqueo sobre este tema.
En el proceso, Beatriz recordó a una pequeña que estaba enferma y que murió cuando ella la asistía y que por ser el médico tratante, tuvo que acudir al ministerio público a declarar, lo que hizo más grande la pena.
En ese mismo instante también recordó a otro pequeño que había fallecido y, aunque Beatriz no estaba cerca de él cuando eso sucedió, había convivido con él y vivido de cerca su sufrimiento. Beatriz se remitió a la profunda tristeza que le dejó ese momento.
Ella sabía que ambos niños habían fallecido en el momento preciso; lo que no soportaba era la agonía que pasaron antes del deceso.
Ambos niños representaban para ella el sufrimiento que puede vivir un niño.
Durante la sesión, Beatriz contempló luces enormes y resplandecientes que la acompañaron, además de haber liberado una enorme carga que, comentó, había sentido desde hace mucho tiempo.
Aunque Beatriz se presentó con el objetivo de prepararse para embarazarse – según sus palabras- este proceso le ayudó a liberarse de penas que tenía desde hace mucho tiempo, a sentirse liberada y más tranquila; incluso sus pacientes le han dicho que la ven diferente, con más luz y contenta. Adicional a ello, Beatriz comenta sentirse en paz consigo misma y agradecida con el proceso que ha vivido, pues como ella menciona “por mi profesión a veces me cuesta creer en esto, pero lo he vivido y el cambio que percibo en mí me ha gustado“.
Caso 2:
En una ocasión Gloria acompañó a su amiga a tomar terapia; traía el pie esguinzado, hecho que había sucedido ya en varias ocasiones; aspecto que nos llevó a reconocer que Gloria tenía que trabajar un tema referente a su padre.
Después de ese comentario, ella hizo una introspección y se dio cuenta que en efecto, ella debía externar situaciones que vivía con su padre, que había callado durante mucho tiempo y que le estaban afectando en su vida adulta.
Gloria recordó que su padre le había dicho que a él no “le caía el veinte” de que era papá, comentario que le dolió mucho, pues no se sentía reconocida después de más de treinta años de vida.
Durante el proceso de la terapia, Gloria sentía la presencia de su padre, a quien le reclamaba gritando y llorando lo que sentía a través de palabras que salían de su boca sin pensar.
Pues antes de ese momento Gloria no había pensado siquiera en decirle a su padre lo que vivía, pues el sólo hecho de considerarlo le hacía sentir culpable, creyendo que si decía algo, su padre podría renegar.
Para Gloria el proceso había durado 15 minutos; sin embargo, se percató que habían pasado 2 horas de desahogo, primero victimizado y después con mayor consciencia de los hechos.
Al final Gloria aceptó la situación que vivía con su padre; lo reconoció como quien le dio la vida y le hizo fuerte para enfrentarla.
El día posterior a la terapia Gloria visitó a su padre, quien se comportó molesto con ella sin dirigirle una sola palabra. Él expresó sentirse muy cansado para después irse a dormir, lo que ella respetó.
Quince días después, el papá de Gloria comenzó a cambiar, empezó a abrazarla, a decirle “mija”; a buscarla más y, aunque Gloria se sorprendió, decidió dejar de lado el orgullo para aceptar el acercamiento de su padre; después de todo era lo que ella siempre había pedido.
Hoy en día, aunque Gloria considera que su padre tiene reacciones que no le agradan mucho, es consciente de que es parte de su personalidad y de que ese comportamiento es el mismo para con su esposa, su madre o su hermano; es decir, ahora Gloria dejó de tomárselo personal, dejó de sentirse víctima al respecto, aceptando a su padre como es.
Actualmente Gloria y su padre tienen una relación más cercana; de padre e hija, con desencuentros y con experiencias armoniosas; ahora son más conscientes el uno del otro.
Gloria considera que la terapia le ayudó a eliminar las culpas que traía respecto a la relación con su padre, a aligerar su carga y aceptar la situación de una forma más consciente; en general, comenzó a “soltar”, a ser menos controladora, a disfrutar más de las personas y de las situaciones que vive.
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